Son las doce del mediodía, en el centro neurálgico de Mataró, la plaza de Santa Ana, con un ambiente bullicioso como hace tiempo no veíamos. Parece que la gente tenía ganas de salir de este injusto arresto domiciliario al que nos han tenido sometidos, no sabemos todavía muy bien porqué motivo, dicen que doctores tiene la iglesia.
La mañana es veraniega, aunque el calor, hoy no es tan sofocante como hace un par de días, además corre una brisa muy agradable sentado a la sombra bajos los plátanos de la vieja y remodelada plaza. Sentado en una de las mesas, disfruto del placer de un buen café, y de un pequeño acto de libertad personal, algo tan simple pero tan valioso.
Relajado, agradezco a la vida este tipo de regalos, nunca las cosas suelen ser tan perfectas, de pronto recuerdo que por defender mis derechos y mi voto, un grupo de demócratas, buenas personas, no pueden disfrutar de este simple privilegio y siguen en prisión por la obstinación de unos jueces en los cuales miles y miles de personas, hemos perdido toda esperanza en lo que llaman justicia.
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