viernes, enero 18, 2013

NO DESFALLECEN



                                         

La Santa Espina,  es una sardana escrita por Angel Guimerá con música de Enric Morera, fue estrenada el 19 de Enero de 1907, en el teatro Principal de Barcelona. Por el contenido de su letra, la hemos convertido los catalanes en la más emblemática de todas las existentes.
Por eso llegó a obsesionar tanto a los dirigentes políticos españoles de la época, que vieron en ella una forma de atacar con el odio de siempre, a la nación catalana.

Para muestra un botón: El nefasto gobernador civil de Barcelona, general Losada, el 5 de septiembre de 1924, dictó y difundió esta circular, que no deja de ser una auténtica joya del odio, la arbitrariedad y la falta de cultura, de la que tanto quiere alardear este país mal llamado España.

"Habiendo llegado a este gobierno civil, en forma que no deja lugar a dudas, que determinados elementos han convertido la sardana " La Santa Espina", en himno representativo de odiosas ideas y criminales aspiraciones, escuchando su música con el respeto y reverencia que se tributan a los himnos nacionales, he acordado "prohibir" que se toque y cante la mencionada sardana en la vía pública, salas de espectáculos y sociedades, y en las romerías o reuniones campestres, previniendo a los infractores de esta orden que proce3deré a su castigo con todo vigor."

Este elemento, y glorioso militar español, que además durante su mandato en Barcelona, cerró numerosas sociedades catalanistas y prohibió que se hablara en ellas en catalán, consiguió con su actitud, todo lo contrario de lo que pretendió, ya que a raíz de su actuación, hubo una reacción de las capas populares de toda la población catalana incluidas algunas, que hasta ese momento se habían mantenido al margen, lo que hizo aumentar ostensiblemente el catalanismo.

Cien años después, el PP y sus militares y pedagogos, se vuelven a equivocar, están consiguiendo todo lo contrario, por mucho que se empeñen ellos y el PSC, el apoyo hacia el catalanismo y la independencia de Catalunya, está calando cada ves más en capas sociales que hasta ahora no habían deparado en esa necesidad.

La nacionalidad de cada individuo, es algo racional, no tiene nada que ver con el derecho de sangre ni siquiera con el lugar de nacimiento (que nadie escoge por él mismo), como nos quieren hacer ver cuatro militares y políticos fanáticos, que lo único que persiguen es defender sus intereses personales.
La nacionalidad no tiene nada que ver, ni guarda relación con un determinado grupo sanguíneo, sino con el intelecto. Por eso cada uno tenemos el derecho a elegir la nuestra según nuestro propio criterio, aunque hayamos nacido en naciones diferentes.













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