Se cumple ahora 600 años que Juana de Arco, se erigió en adalid de los derechos de la mujer de su época. Después diferentes mujeres, han acaudillado los movimientos, (escasos) a favor de sus derechos en todas partes del mundo, algunas dejaron su vida en el empeño.
Hoy seis siglos después, la mujer sigue marginada por completo por el hombre y es víctimas de los atropellos masculinos. Una masculinidad mal entendida que se resiste a compartir responsabilidad y
trabajo en total igualdad de derechos.
De seguir por el mismo camino la mujer seguirá marginada sin remedio y continuará así durante otros
varios siglos, si ella misma no pone remedio, de una manera más contundente para acabar con el dominio de los hombres. Va siendo hora de que en todas partes del mundo surjan nuevas Juanas de Arco, capaces de arriesgar y plantar cara de una vez a todos los abusos que padecen.
No basta, con las manifestaciones en la puerta de los ayuntamientos, cada vez que una de ellas pierde la vida, ni con las fiestas anuales que ya he detallado al comienzo, ni con aceptar sumisas eso que llaman cuotas de poder que se han inventado los estamentos políticos, económicos y sociales y que luego no se cumple para nada, un ejemplo, en las pasadas elecciones catalanas de los siete partidos con representación parlamentaria, solo uno lo encabezaba una mujer, ¿casualidad? . Es tiempo de alzar la voz en forma de grito, pero acompañarlo de algo más que a ellas corresponde decidir.
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