Rematar el día de Reyes, en el gran Teatro del Liceo de Barcelona, disfrutando del concierto, "La gran noche de la música Española" a cargo de la Orquesta Sinfónica de la Filarmónica Nacional de Moldavia, dirigida por el gran director Mihail Agafita y en la que intervinieron la cantaora Esperanza Fernández y el guitarrista Rolando Saad, fué sin duda el mejor regalo de los que nos dejaron los reyes.
Uno de nuestros sobrinos, Juan Antonio, nos invitó a Bienve y a mi, a acompañarles al concierto y allá nos fuimos en familia al extraordinario marco de Liceo casi abarrotado de público ansioso de disfrutar de la buena música.
Muy buena orquesta sinfónica, fundada allá por el año 1930 en Tiraspol, y cuyo primer director fue Anatoli Climov, ha sido y sigue siéndolo uno de los mejores embajadores de su cultura nacional en el mundo.
Fue todo un placer conocer y escuchar por primera vez la interpretación de este extraordinario grupo de músicos de todas las edades, que pusieron el fondo a la fenomenal actuación de la cantaora y el concertista.
Ver y oír a Esperanza Fernández en directo es toda una delicatessen, su desgarradora voz de gitana, que en otros momentos parece delicada y preciosa, te transporta al "duende" de los tientos, las bulerías, las soleas y las alegrías, te erizan el vello y te transportan al verdadero espíritu de la obra interpretada del "amor Brujo de Falla"
Sus manos, que cual serpientes en constante movimiento explican por sí solas tanto como su propia voz, son un verdadero hechizo en lo alto del escenario que ha compartido con verdaderos monstruos como Rafael Riqueni, Camarón de la Isla, Paco de Lucía y Enrique Morente entre otros muchos.
La guitarra española en las manos de Rolando Saad, es otro de los espectáculos que no debería perderse ningún amante de la música, este extraordinario concertista que con tan solo 19 años, despertó los elogios del propio Joaquín Rodrigo cuando lo escuchó por primera vez allá por el año 1988.
Su ya larga carrera con más de 1.000 representaciones en más de cuarenta países, hablan por sí solo de su categoría.
En fin, un buen día, una gran tarde, un paseo por la Rambla de las Flores con el alumbrado navideño y un buen rato de tertulia con tus seres queridos en una cafetería del entorno, pusieron el mejor remate a unas fiestas navideñas, para apuntar en la "libreta" del valioso tiempo de los maduros.
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