Nunca el pensamiento crítico ha sido más importante que en la actualidad. A medida que se extiende la cultura, la gente que ya no se conforma con la opinión de los demás, quiere que se le escuche y que sea tenida en cuenta la suya.
Las nuevas tecnologías nos dan la posibilidad de disponer de los
canales que nos permite la participación activa, base de la democracia.
Así que cada vez será más difícil gobernar en solitario, por
lo que la negociación será la que permitirá conformar los gobiernos. Es por
tanto muy importante que nuestros gobernantes aprendan a dialogar y a ser flexibles.
Ahora bien, para eso es importante que aprendamos a
diferenciar, entre ser crítico o ser criticón, porque no es lo mismo criticar
un pensamiento, que un pensamiento crítico, porque al contrario de las matemáticas,
en la gramática, el orden de los factores sí altera el producto.
Criticar por criticar es confundir el tocino con la
velocidad, menospreciar a una personalidad con el currículum del mediador
Francisco Galindo Pérez, llamar fugitivo de la justicia a Puigdemónt,
terroristas a los manifestantes, ilegitimar a todos cuantos piensan diferente,
es simplemente un esperpento que hará más difícil cualquier tipo de
entendimiento.
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