Nietzsche nos dijo con pleno conocimiento de causa, que la política se organizase de tal forma, que para ella bastasen las mentes mediocres y que no todo el mundo tuviese que prestarle atención a diario.
Y le hemos hecho caso seguramente inconscientemente. Ya nadie cree sinceramente que necesitamos hombres sabios al frente de la política, nos valen más estúpidos e ineptos, siempre que su música se adapte a nuestra propia estupidez. Al final nos han confundido a todos, ya no sabemos diferenciar historia de historicidad.
La eclosión de un único mundo a escala planetaria, la creciente presión de la sociedad sobre el individuo y la concomitante atomización de la sociedad nos ha hecho perder de vista la propia ética. Dos valores fundamentales, el derecho político y la libertad del individuo nos están siendo arrebatados por políticos sin escrúpulos , a cambio de una falsa prosperidad que en todo caso no nos ha permitido que ésta pudiera ser equitativa con las clases más marginales, que son las que siempre terminan pagando la convidada. ¿Estaremos a tiempo de rectificar, o ya nos han anulado también esa capacidad?
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